Miercoles 20 de Noviembre Día Mundial de la Infancia
OPINION
A 40 años de la recuperación de la democracia nos encontramos ante una elección en la que, como nunca antes, se pone en juego el orden democrático. Estamos enfrentando a una extrema derecha que atenta contra valores básicos sobre los que creíamos construidos consensos mayoritarios. Es la violencia contra el respeto de una sociedad plural que promueve el individualismo y la mercantilización de la vida a niveles extremos. Vender órganos, hijos, negar la paternidad, privatizar calles, mares, ballenas. El discurso anti Estado presentado en planos de la disolución contractual básica que nos permite convivir en una sociedad.
En ese contexto hay certezas que nos alientan. El amplio triunfo de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires ratifica que la gestión de lo público, el diálogo frontal, el debate de ideas, la cercanía, la coherencia entre vida personal y política, la militancia y las convicciones puestas al servicio de la transformación son claves a la hora de construir el triunfo provincial y aportar de manera decisiva al nacional.
La otra gran certeza es el rol clave en estos 40 años de democracia de las mujeres. Quienes menos votamos a Milei somos las mujeres. Sabemos lo que es la violencia cotidiana y la discriminación; también sabemos cuánto nos afecta a la vida diaria que el Estado no esté presente en salud, educación, como motor de la generación de empleo, todo se hace más cuesta arriba para las que cuidamos en la familia y la comunidad.
Cuando llegamos en 2019 por la decisión del Gobernador de crear este Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, el antecedente institucional era el Instituto de Género y Diversidad. Un organismo desjerarquizado, con escaso presupuesto, sin estructura, y con muy pocas políticas y programas con una perspectiva que reducía la agenda de género a las violencias, desde el paradigma neoliberal, que ve a las mujeres y diversidades más como víctimas que como sujetas de derecho y protagonistas de la transformación social.
El cambio con la construcción del Ministerio fue enorme en lo cuantitativo y más aún desde lo cualitativo. Profundizamos las políticas en contra de las violencias, pero además desarrollamos la perspectiva feminista de manera transversal al conjunto del gobierno. Construimos el primer plan de Igualdad bonaerense con más de 260 programas y acciones, el Presupuesto con Perspectiva de Género, el sistema de indicadores para evaluar los avances en materia de igualdad, impulsamos el cumplimiento de las licencias por violencias de género con la construcción de equipos interdisciplinarios que promueven cambios en la cultura del trabajo. Implementamos la Ley Micaela bonaerense con una unidad de gestión en cada Ministerio u organismo que crea programas de formación situados y trae grandes transformaciones en las personas y en las instituciones.
Si no reconocemos las desigualdades de origen reproducimos el status quo. Sabemos que con la igualdad jurídica y legal no alcanza, tiene que haber un Estado promotor de derechos que garantice que las conquistas que se han ganado con lucha se concretan con políticas públicas.
Hoy más que nunca se vota para elegir más democracia y menos violencia. Una vez más, seremos protagonistas, como motor de lo colectivo, convocadas frente al odio a defendernos desde el amor a nosotros mismos, a nuestros seres más queridos, el amor a la comunidad, el amor a la Patria.